4 de julio de 2011

A cualquier edad….

Que tal el fin de semana

Hoy quiero haceros un breve recorrido, del origen de las chuches, dulce tentación que hace la delicia de grandes y pequeños, y es elemento imprescindible en una celebración infantil.


Las chuches nunca deben sustituir una comida infantil, puesto que tienen escaso valor nutricional. Siempre han formado parte del método educativo, como recompensa a una expectativa fijada. ¿Qué niño no ha terminado bien su comida ante unas cuantas chucherías? Para los niños son un premio, un regalo que resulta sencillo y a la vez un tesoro



El nombre de caramelo procede de la caña de azúcar, también llamada caña de miel que en latín la denominaban canna melis y que  dará el nombre al caramelo. Con la caña de miel se desarrollaron nuevas y mejores técnicas de repostería, el problema fue que durante siglos fue un producto de lujo.



Los caramelos, las chuches, las golosinas, no han sido siempre algo que comamos, por placer o por capricho. Nacen de la necesidad de encontrar un alimento, que sirviese de sustento para largos viajes, algo pequeño, ligero, pero que además produjese energía. Los antiguos egipcios preparaban sus caramelos mezclando miel y fruta, moldeándolos en diferentes formas. Es en la India, donde se descubre la utilización del azúcar para elaborarlos, allí se produjo por primera vez azúcar sólido.


En 1850 Estados Unidos comenzó con la producción industrial de caramelos. El pastelero alemán Hans Riegel fue el creador de los ositos de goma,  de esta forma nació el caramelo blando, dando inicio al fenómeno de las gominolas y chucherías, llegando a España en 1930.



Las chucherías, caballo de batalla de los padres y el secreto mejor guardado entre abuelos y nietos….


No deis sólo lo superfluo, dad vuestro corazón.
Madre Teresa de Calcuta



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